lunes, 30 de agosto de 2010

"Creó dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, hombre y mujer los creó". Charla P. Carreira

"CREÓ DIOS AL HOMBRE A IMAGEN SUYA, A IMAGEN DE DIOS LO CREÓ, HOMBRE Y MUJER LOS CREÓ"

El Dios de la revelación, ya en el Antiguo Testamento, se define como Dios vivo, fuente de vida, contrapuesto a los ídolos paganos que no son sino hechura humana. Lo propio de Dios es comunicar vida, en los niveles más primitivos de plantas y animales, y sobre todo en el nivel humano, donde la inteligencia y la voluntad libre nos hace acreedores a la descripción, sorprendente y única en la historia, de ser "imágenes de Dios".  Una frase que se aplica exclusivamente a la persona humana, no a los ángeles, aunque a ellos se les denomine, en forma análoga, "hijos de Dios".

Si centramos nuestra atención solamente en la capacidad de conocer y actuar libremente, tendremos que considerar a los ángeles como superiores a todo genio humano, tanto en su capacidad de conocer profundamente, intuitivamente, como en su voluntad sin condicionamientos genéticos ni sociales, tan importantes para nosotros.  Y parecería casi impropio del creador Omnipotente, Sapientísimo e inmaterial, que ha creado a esos espíritus superiores, el crear luego seres tan materiales y limitados como experimentamos cada día que somos los humanos, aun los más perfectos.

Pero la revelación completa de la intimidad de Dios en el Nuevo Testamento nos hace conocer a la Trinidad como comunicación de vida, tan completa, que cada Persona divina no puede existir ni ser pensada con independencia de las relaciones mutuas entre Padre, Hijo y Espíritu Santo. Los ángeles no pueden comunicar vida, ni por creación –que exige una potencia infinita- ni por donación total (sólo posible a la divinidad), ni dar parte de sí mismos a un nuevo ser, ya que no tienen partes, siendo puro espíritu.  Entre los seres creados, solamente un viviente con estructura compuesta, material, puede dar algo de su propio ser, como semilla activa y fecunda.  Y solamente así pueden brotar relaciones de familia, de dependencia mutua, como existen en Dios mismo en la esencia de su vida trinitaria.

Si el Hijo de Dios es Imagen viviente del Padre eterno, los hijos en una familia humana son también imágenes vivientes de los padres.  Si el Espíritu Santo es Amor de unión total de Padre e Hijo, también los hijos son fruto y lazo de amor entre los esposos.  Y su formación completa –no solamente su nacer- exige ese amor y ese contacto con los padres, sin el cual no hay desarrollo adecuado físico ni verdaderamente humano.

Una simple célula de un alga microscópica es más compleja que una galaxia: tendríamos que ampliarla hasta un diámetro de varios kilómetros para poder seguir su metabolismo en detalle.  La riqueza de programación que permite a la célula inicial de un ser humano desarrollar sin ayuda externa todo el proceso de formación del organismo, desafía toda comprensión.  Si Dios es asombroso en las grandes estructuras del Universo, lo es más todavía en la maravilla de lo pequeño, de la vida y de su capacidad de auto construcción.

Y Dios ha querido hacer a sus criaturas, hechas a su imagen y semejanza, partícipes del milagro de cada nueva existencia, dando a Dios nuevos hijos en el entorno de amor y entrega mutua en que Dios crea al espíritu que se une a la materia viviente de los padres.

La dependencia del nuevo viviente con respecto a sus progenitores se hace cada vez más profunda según avanza en complejidad el organismo.  Comenzando con la simple división de una célula o el confiar semillas al viento de una planta, nos encontramos en el reino animal con exigencias de alimento y cuidado que se extienden por períodos significativos de la vida media de muchas especies.  Y en el hombre es imposible la supervivencia sin muchos años de dependencia hasta llegar a la emancipación de la edad adulta. Nos acercamos así al modelo divino de relaciones de familia que nunca dejan de ser constitutivas de la vida: nunca pueden existir independientemente las divinas Personas, que son inseparables por tener un único entendimiento y una única voluntad en una naturaleza necesariamente poseída sin división ni limitaciones.

En la Encarnación, la familia humana participa de la dignidad de la familia divina, cuando el único Hijo del único Padre eterno se hace Hombre con una única Madre, una Mujer que puede dirigirse a Él con el mismo título de "hijo mío" con que el Padre le designa gozosamente.  En ese entorno humano, en la sencillez humilde de Nazaret, Dios aprendió a ser Niño, a andar, a hablar,  a orar, a trabajar.  Creció como hijo obediente, cariñoso y respetuoso, agradecido por el entorno de amor y protección de María y José.  Una relación que nunca puede olvidar ni considerar terminada: es eternamente Hijo.

Es en el entorno de familia donde Dios quiere también que aprendamos a acercarnos a Él, a amarle, a orar, a conocer nuestra Fe.  Al dirigirnos a Dios como Padre, este título de cariño y confianza lleva el contenido de nuestras experiencias de la paternidad humana.  Son los padres los que regalan al niño su mayor tesoro al pedir el bautismo que hace nuevos hijos de Dios a los hijos de los hombres.  Dios ha querido que su Providencia se realice por medios humanos, y es la familia el medio humano por excelencia por el que nos acercamos a Dios en su Iglesia, en un proceso educativo en que la cercanía a Cristo, a María, se consigue de la mano de quienes personifican para el niño el significado maravilloso de la definición audaz de San Juan: "Dios ES Amor".

Cristo quiso subrayar la dignidad del matrimonio entre quienes son "Hijos de Dios" convirtiendo el contrato privado entre los esposos en un canal de gracia, de vida divina: un sacramento.  Él defendió la dignidad de esa promesa de amor mutuo y de fidelidad sin restricciones afirmando que es –como todo amor verdadero- para siempre.  Quien quiso llamar "Madre" a una mujer, elevó a la esposa a la máxima dignidad, rechazando toda forma de posesión humillante como objeto del capricho pasajero del varón. E hizo del matrimonio una expresión palpable de su relación con la Iglesia, madre de vivientes, de hijos de Dios, con una maternidad que se extiende al mismo Cristo en su Cuerpo místico: "El que hace la voluntad de mi Padre, ése es mi madre y mi hermano y mi hermana".  Si esto es verdad de todo seguidor de Cristo, lo es especialmente de aquellos que contribuyen a su desarrollo con nuevos miembros, en el matrimonio que San Pablo refiere explícitamente a la gracia que nos une a nuestro Salvador.

Si de veras creemos que Dios es Amor, no nos asombrará que sea dentro de la familia cristiana donde Dios debe estar más presente, para irradiar luego el calor de su cariño y la alegría de su luz a todos los ámbitos de la sociedad.  Quien no ama, no ha conocido a Dios, dice San Juan en su primera carta. No hay vida si no hay amor, pero el amor verdadero, generoso, sin límites, es el entorno más propicio para que Dios actúe.

Por eso la Iglesia se alegra con cada boda, pidiendo la bendición del Señor para un nuevo hogar en que el amor florezca siempre.   Todos nosotros compartimos esa alegría que compensa las muchas negruras de tanta falta de amor en el mundo. Porque el plan salvífico de Dios se cumplirá, podemos afirmar que el triunfo final será el triunfo de esa fuerza, débil en apariencia, pero siempre fecunda: triunfará el Amor eternamente.
                                                                                                   Manuel Mª Carreira, S.J.


viernes, 27 de agosto de 2010

No se puede decir que el universo aparece por azar, porque de la nada no sale nada

 
  Manuel Carreira S.J.
Licenciado en Filosofía por la Universidad de Comillas y de Teología por la Universidad Loyola de Chicago
El astrofísico y doctor en teología español, R.P. Manuel Carreira S.J., estuvo por nuestra Universidad dictando conferencias sobre la ciencia y pseudociencia en los medios de comunicación, y sobre el origen del universo y la vida. Puntoedu conversó con él sobre la aparente paradoja que supone ser un científico con fe.
¿Cuánto ha aportado la ciencia a su fe?
La teología, entre otras cosas, tiene que tratar sobre la realidad. Debe cuestionarse sobre por qué existe el universo, si es que tiene una finalidad o no, por qué existe el hombre y cómo el hombre es una realidad espiritual pero ciertamente también material. Para eso uno no puede hacer un estudio suficiente si no sabe con certeza qué es la materia. Si no sé de qué se trata no tengo una base suficiente para que mi teología sea correcta y profunda, por lo menos no contradiciendo los conceptos que describen la realidad material

Sobre el origen de la vida: cada vez son más aceptadas las tesis científicas que dicen que el universo se creó a partir del azar. ¿De dónde venimos del azar o de la creación?
Uno no puede decir que el universo aparece por azar, de la nada no sale nada. Los científicos cuando no saben dar la razón, dicen que el universo se creó por azar. Es lo mismo que sucede cuando uno no sabe una razón y le dice a un niño "porque si". ¿Qué es el azar? ¿Es una fuerza física? No. No se puede poner en una ecuación para hacer un cálculo, no se puede medir con un experimento. El azar no dice nada, solo dice no sé qué explicación dar a una coincidencia de hechos que me parece importante en sus resultados pero de los que no tengo razón. Eso no vale como explicación.
El universo no se creó ni por azar ni de ninguna manera, sino por creación. Hay cálculos físicos que me dicen que para que exista una molécula, no digo un ser viviente como una célula, no basta ni siquiera que todas las partículas atómicas del mundo colisionen a un millón de veces por segundo. Ni siquiera así existe la probabilidad que se forme por azar una molécula de ADN.

Entonces, si no podemos explicar la creación con la ciencia ¿cómo podríamos hacerlo con la teología?
Para explicar el origen del universo y la existencia del creador no hace falta que la fe nos lo diga, lo dice el razonamiento lógico de la filosofía. En el concilio Vaticano I se dijo como manera oficial de hablar que por puro razonamiento natural se llega a la idea de un creador. O una de dos: se dice que el universo se creó por azar que no es decir nada o se dice que hubo un creador. ¿Cuál es la respuesta más lógica?

Y a los milagros, ¿qué respuesta lógica les podemos dar?
Un milagro es un hecho externo comprobable por cualquiera, crea o no crea. Los milagros van por un lado externo del modo bien comprobado de actuar de la materia. Acaso en algún laboratorio se piensa que para que un experimento funcione es necesario que yo le dé la orden a la materia de que lo haga. La materia nunca obedece órdenes de nadie excepto de Dios, entonteces cuando hay un milagro en el que una orden de Cristo pacifica instantáneamente el mar, o convierte el agua en vino, o sana a un paralítico, o multiplica 5 panes para alimentar a miles de personas estoy hablando de una realidad perfectamente comprobable por cualquiera.

¿Entonces los terremotos también son acciones que obedecen a Dios?
No en ese sentido, pero él puede decir que no ocurran, que no ocurran daños, él tiene el control sobre lo que ha creado y sobre lo que mantiene en la existencia. La gente tiende a buscar razones para lo que no entiende. Sabemos que en toda la costa este de EEUU, por ejemplo, tienen que haber terremotos por una cuestión física y necesariamente van a haber volcanes y terremotos. Es parte normal de cómo actúa la materia y si no hubiera esa actividad la tierra no sería habitable, hace falta que la tierra renueve su corteza y atmósfera y eso lo hace por medio de la actividad volcánica. No es castigo de Dios.

Dijeron que el acelerador de partículas, buscaba imitar a Dios.
No hay ningún aparato que vaya a recrear lo que ocurrió en el primer momento del universo. Lo único que se ha hecho es un sistema físico que acelera partículas a más energía de lo que se había hecho antes. Se supone que cuando uno utiliza un aparato con más nivel de energía algo interesante debería ocurrir, pero eso nadie lo sabe. Pero hablar de que va a producir un Bing Bang o agujeros negros, todo eso es pura especulación sin base científica. En suma es pura mentira. El problema es que los medios de comunicación escuchan a alguien decir alguna palabra de estas y ese es el titular, pero los físicos no aceptan ese modo de hablar.

¿Por qué es difícil insertar contenidos científicos serios en los medios de comunicación masiva?
Los medios de comunicación de masas obligan a los que escriben a llenar páginas completas sin saber nada de esos temas y lo único que atrae es un titular llamativo. Como decían años antes poner que un perro mordió a un hombre no llama la atención, pero si dices que un hombre mordió un perro eso sí llama la atención. Con los datos científicos ocurre algo parecido, si digo Marte tiene casquetes polares de hielo eso ya no es noticia, pero si digo que hay vida en Marte eso ya es noticia. Tengo pruebas que tenga vida, ninguna, ¿es probable que la tuvo?, ninguna. Hay mucha palabrería de ciencia ficción.

¿Por qué crea Dios?
Porque desea comunicar su felicidad a quienes pueden conocerle, aceptar y agradecer la existencia y finalmente estar con él fuera de todo límite de espacio y tiempo.

Finalmente, ¿cuánto ha aportado su fe a su profesión científica?
La fe cristiana favoreció el desarrollo de la ciencia diciéndonos que todo está hecho con orden y medida, que no es un caos, que Dios ha hecho un universo que se puede entender racionalmente. Y es por eso que la ciencia se ha desarrollado en la Europa cristiana sobre todo y eso nadie puede negarlo. No se ha desarrollado ciencia ni en China, India o Japón hasta que en la época moderna la reciben de occidente. ¿Por qué? Porque en esas culturas no se creía en la racionalidad del universo, se daba por supuesto que las cosas más contradictorias se tenían que unir en una síntesis. En cambio, en la Europa cristiana la concepción de un universo hecho ordenadamente por un Dios racional, inteligente y libre nos hace pensar que nosotros podemos, al menos en parte, conocer lógicamente ese universo y así se desarrolla la ciencia. Y como la ciencia me lleva a preguntas que la misma ciencia no puede responder entonces puedo decir que mi conocimiento filosófico y teológico me da las respuestas que un experimento no puede dar.

Entrevista y foto: Miguel Sánchez Flores
http://www.pucp.edu.pe/puntoedu/index.php?option=com_opinion&id=3619