INTRODUCCIÓN
Es necesario establecer claramente el concepto de ÉTICA al iniciar esta presentación, pues no es claro de antemano que todos demos el mismo contenido a la palabra clave. Sin investigar textos ni sus interpretaciones, indicaré qué entiendo yo por Ética en esta ponencia, de modo que quienes piensen en otros modos de definirla no se vean confundidos por la diversidad de lenguaje.
Como definición teórica y filosófica, en cuanto trata de una rama del conocimiento moral, ÉTICA es el estudio de la actividad libre y responsable del Hombre en el ámbito personal y social, con respecto al orden debido a su naturaleza y destino eterno.
Como definición práctica que describe una ciencia aplicada , ÉTICA es la base de valoración de la actividad humana, según el criterio de los derechos y deberes del individuo y de la sociedad.
A. En ambos casos se presupone:
• Actividad humana (no hablaremos de ética con respecto a minerales, plantas, animales, sino en cuanto son objeto de la actividad de la persona humana con consecuencias para el Hombre).
• No programada genéticamente, como pueden ser los instintos, tendencias innatas, sentimientos no controlables.
- No impuesta en forma determinante por el entorno (educación, cultura, condicionamiento
reflejo. (Influencias externas que no eliminan la libertad son compatibles con ella)
- Sino basada en conocimiento racional
• *para un fin buscado como BIEN
• *con medios elegidos libremente
• *adecuados a la naturaleza del fin
• *y adecuados al agente humano en su naturaleza personal y social.
• La Naturaleza humana (esencia del Hombre en cuanto fuente de actividad) exige una razón suficiente doble: de orden biológico , material, y de orden psicológico , espiritual.
• Como parte del mundo viviente, el Hombre tiene en común con otros vivientes (animales) las funciones básicas (nutrición, crecimiento, desgaste, reproducción, muerte) y un conjunto de reacciones a estímulos materiales (sensaciones, instintos). Es una estructura material compleja, capaz de actividad que tiende a su propio desarrollo y conservación, mediante el uso de materiales y fuentes de energía recibidos del entorno.
En este nivel no hay responsabilidad ni libertad: la actividad sigue "leyes" de la naturaleza, fijas y sin contenido cognoscitivo reflejo. Aunque sea común hablar de "información genética", no constituye conocimiento.
• En el orden psicológico , el Hombre se especifica como "Animal Racional", capaz de un nuevo modo de conocer, consciente y dirigido a la comprensión de la Verdad como descripción correcta y ordenada de la realidad propia y externa.
Un conocimiento verdadero exige objetividad y conformidad con los principios lógicos de identidad, no-contradicción y razón suficiente. Son la base de la racionalidad en cualquier campo, sea Física, Filosofía, Matemática o Teología.
La Verdad conocida como expresión de la realidad ordenada y armónica es la Belleza , que satisface de un modo especial y múltiple el deseo de entender relaciones lógicas, formales o esenciales.
Y en el desarrollo de una actividad adecuada a su naturaleza, el Hombre encuentra un Bien, inmediato y parcial casi siempre, pero que le estimula hacia un Bien total, imperecedero y trascendente.
Porque el resultado de estas actividades es de orden no-material (una realidad que no entra en la definición física, operativa, de la materia) su origen debe encontrarse en un "espíritu" no-material.
EMERGENCIA: Origen del Espíritu y de la Ética .
Aunque el organismo humano está emparentado con los demás organismos vivientes de la Tierra , y debe verse como condicionado por la evolución biológica, una estructura o evolución físico-química no puede ser razón suficiente de que aparezca algo no-material .
Por tanto, el Hombre solamente puede explicarse, desde su primer momento, como debido a un acto de Creación estricta , que une espíritu a una materia adecuada y en un estado evolutivo suficientemente complejo. El cerebro humano es el instrumento de la inteligencia, consciencia y actividad volitiva libre. Ninguna de estas realidades es una "secreción del cerebro", pero no pueden darse sin su correcto funcionamiento orgánico. Un tumor, una droga, dolor fuerte, un golpe o el sueño, hacen imposible pensar o actuar con verdadera libertad.
El "Emergentismo" que atribuye la inteligencia a un mero "epifenómeno" de la materia suficientemente organizada, no es una explicación adecuada. Aunque se quiera comparar el cerebro a una super-computadora, falta una causa suficiente –el Programa- para que señales entre neuronas contengan información. Y no hay razón alguna que explique en las transmisiones neuronales la tendencia innegable a la Verdad , Belleza y Bien, que no puede atribuirse a la tendencia natural a la supervivencia ni a una función orgánica concreta. La Inteligencia no es un modo de reaccionar al entorno, sino un modo de conocer tanto lo exterior como lo interior, como ya queda indicado.
No sabemos cuándo apareció el primer Hombre. Pero ya en los tiempos más primitivos encontramos en cuevas Arte, instrumentos complejos, tumbas con ofrendas: indicaciones de actividad relacionada con la búsqueda de Verdad, Belleza y Bien. No es prueba de inteligencia el usar palos o piedras para formar un nido, o para romper un hueso para alimentarse, ni el refugiarse de la intemperie en una cueva. Todo esto lo hacen muchos animales por un instinto ciego y necesario.
La búsqueda del Bien, aun en el entorno más primitivo de la familia y de la tribu, exige ya una valoración ética del comportamiento de cada individuo. Así podemos hablar de una aparición simultánea de la inteligencia y de la ética, pues encontramos indicaciones de actividad libre y responsable. No porque haya un nuevo órgano que la produce, sino porque hay el Hombre en toda su maravillosa complejidad: espíritu y materia unidos en un todo, un sujeto consciente –un YO personal- que no se rige solamente por instintos programados genéticamente, ni por las presiones del entorno, y que puede actuar aun contra sus instintos (incluso el de supervivencia) por razones de orden superior.
DIVERGENCIA: multiplicidad de criterios y comportamientos.
Datos históricos e incluso inferencias prehistóricas, nos muestran variedades de comportamiento que son peculiares de grupos humanos separados en entornos diversos. Aun con el denominador común de buscar el Bien y exigir responsabilidades fundadas en derechos y deberes, su concreción cultural es muy diversa.
¿Qué es la CULTURA ? En un sentido profundo, que no se detiene en el mero catálogo de manifestaciones artísticas, técnicas, poéticas o religiosas, la Cultura es "el conjunto de ideas, compartidas por un grupo humano, que dan sentido a su vida, tanto en el plano individual como social" . Estas ideas pueden ser más o menos coherentes y aceptables según respondan a lo que todo Hombre ES o, por el contrario, nieguen la dignidad personal, sólo en teoría o también en su aplicación práctica:
• reduciendo a un nivel inferior a algún grupo por criterios de raza, profesión, lengua, etc. (castas).
• Negando igualdad humana a la mujer, los hijos no emancipados, los prisioneros esclavizados.
• Fundando el proceder y el bien social sobre una tergiversación de lo religioso (ej.: sacrificios humanos, prostitución ritual).
• Considerando otros grupos simplemente como enemigos, objeto de guerra y de pillaje.
Todos estos desvíos se han dado en diversos grados, y siguen dándose hoy. Lo que en un entorno concreto está juzgado como éticamente bueno, deseable y admirable, es considerado malo y reprensible en otro. Robo, violencia, infanticidio, promiscuidad, son puntos en que la diversidad de criterio ético es históricamente evidente.
Aun en el Derecho, que intenta regular la actividad humana con normas que van más allá del capricho personal, encontramos tales defectos. Recordemos el Código de Hammurabi con su brutal ley del Talión, el derecho romano con respecto a la esclavitud (y los juegos de circo, en que el sufrimiento y muerte se convierten en espectáculo), la ley del más fuerte como modo de establecer la justicia en un combate medieval, el "juicio de Dios", etc.
En una sociedad múltiple, fragmentada, sin medios de comunicación adecuados, es muy fácil caer en la situación en que el poderoso –Rey, jefe militar o religioso o ambas cosas – impone su voluntad para su propio beneficio, tratando a los súbditos como objetos útiles, no como personas. El ejemplo más reciente lo hemos visto en el Comunismo: el "Estado" impersonal, tras el que se escuda el dictador despótico, decide y controla todo.
Una vez implantado el control que conduce a un "lavado de cerebro" de los súbditos y a su coacción policíaca durante toda la vida, se hace muy difícil el comportamiento ético responsable de los inferiores. Y los que gozan de su posición privilegiada llegan a ser ciegos hacia sus propios desvíos; "Si no actúas como piensas, terminarás pensando como actúas". El mismo pensar crítico y autónomo resulta imposible, y en lugar de actividad libre encontramos los "reflejos condicionados" del animal entrenado en el laboratorio.
En el relato del Génesis se presenta el pecado de Adán y Eva como el esfuerzo de convertirse en árbitros independientes de la Ética. "Conocer el Bien y el Mal" es, en lenguaje bíblico, decidir con autonomía total el código de comportamiento, sin referencia a la condición del Hombre como criatura ni a la dignidad de toda persona como "Imagen y Semejanza" del Creador. De ahí brota el crimen de Caín, el abuso sexual, la "corrupción" de Sodoma y Gomorra y de todo el género humano.
En nuestros días la divergencia se convierte en virtud con el nombre de apertura mental, ecumenismo, "inculturación", respeto a los demás, siempre implicando la negación de Verdad objetiva y absoluta. El Relativismo teórico se convierte en práctico, con la Moral de Situación, el "seguir la propia conciencia": formas más o menos disfrazadas de querer erigirse en juez autónomo del comportamiento humano. Y éste se rige por criterios de egoísmo económico, orgullo racial o histórico, hedonismo y pereza.
Ejemplos claros de las consecuencias de este modo de pensar los tenemos en un Capitalismo que explota a los individuos y a los países más pobres, en el mundo de las drogas, el tráfico humano de la prostitución y pornografía, el deterioro ambiental, la venta indiscriminada de armas con su secuela del terrorismo. Y también en las guerras de "limpieza étnica", deportaciones, corrupción política, separatismo casi tribal: en nombre de la libertad, se niega la convivencia a quienes estorban cualquier concepción anticuada de identidad racial o histórica.
Esta es la actitud extendida en nuestros días aun entre quienes –en abstracto- aceptan la dependencia de Dios, en el Cristianismo, Judaísmo, Islam. Confrontaciones internacionales basadas en las diversas concepciones religiosas se convierten en guerras más brutales e indiscriminadas que en ningún período de la historia moderna, y que pueden desembocar en verdaderos conflictos a escala planetaria. El resultado es una anarquía intelectual, moral, económica y social que desemboca en ver al Hombre como un animal autosuficiente, o como una cosa útil para un Estado también sin valores éticos, sea en un régimen de dictadura personal o bajo la avasalladora "dictadura" de una votación democrática, que se considera suficiente para legitimar cualquier proceder y decidir cualquier verdad.
CONVERGENCIA Y GLOBALIZACIÓN
A lo largo de la Historia , el aislamiento produce divergencia: diversidad genética y cultural. En su aspecto positivo, es esto una fuente de mayor riqueza de formas, que pueden complementarse como facetas distintas que reflejan parcialmente la Sabiduría , Belleza y Bondad del Creador.
En el campo de la racionalidad, si uno se olvida de que nuestros esfuerzos y logros son siempre limitados, y nuestra cultura es algo parcial, la riqueza de formas puede llevar a enfrentamientos ideológicos, como ya queda indicado. O puede sugerir, como condición de convivencia, el relativismo en lo que toca a ideas y puntos de vista que influyen en el proceder libre.
Si el aislamiento –de personas, tribus, naciones- ha tenido esos efectos nocivos, el contacto e intercambio cultural y de bienes no puede menos de ser beneficioso, siempre que se respete la libertad y derechos de cada uno. Todos podemos aprender mucho de todos. La ignorancia es una negación, y un mayor acervo de conocimientos, en cualquier ámbito, siempre lleva a un mayor desarrollo de lo que es específicamente humano.
El pensar debe dirigir el actuar, identificando problemas y escogiendo medios y fines. Por eso no puede haber verdadera libertad sin Verdad, sin información: así lo dice claramente el Papa en su Encíclica " La Fe y la Razón ". Por eso los regímenes tiránicos siempre han intentado restringir y controlar los medios de comunicación: pensemos en la cruel ironía del título del periódico oficial de la Rusia Soviética , instrumento de un "lavado de cerebro" constante : PRAVDA , " La Verdad "! Y pensemos también, dentro de una ficción que apenas llegaba a la realidad comunista, en el libro de Orwell, " 1984" , con la cínica tergiversación del lenguaje para impedir que los esclavos del Estado pudiesen conocer la realidad, no sólo internacional, sino de su entorno inmediato.
El mayor instrumento de convergencia por medio de la diseminación de la Verdad , de la Cultura , en una educación ya no restringida a los privilegiados económicamente, fue la imprenta. Los logros de cualquier ser humano de cualquier tiempo y lugar pudieron ponerse al alcance de la mayoría de la población, con libros baratos y fáciles de multiplicar, compartiendo los avances en ciencia, tecnología, estructuras sociales, conocimientos de otras tierras, poesía antigua y moderna. Fue ésta la primera globalización, desarrollada en una Europa con raíces ideológicas comunes – la Cristiandad- pero con facetas múltiples en naciones de poca movilidad humana y económica.
En el siglo XX los mayores avances, de impacto social incalculable, se dieron también en la posibilidad de transmitir información casi instantáneamente. Telégrafo y teléfono a nivel individual; Radio y Televisión como medios de alcance nacional e internacional; computadoras en la red de Internet y satélites de comunicaciones a escala planetaria, nos presentan ya con una "aldea global" que llega a describirse como una "consciencia" de la Humanidad entera.
Es digno de notar que estos últimos avances fueron imprevistos. Cuando en 1970, con la euforia de haber aterrizado en la Luna , la revista "Newsweek" consultó a los expertos acerca de los avances científicos y tecnológicos previsibles para el resto del siglo XX, nadie mencionó los ordenadores personales ni nada parecido a Internet ni a la telefonía móvil mediante satélites. Hoy apenas puede concebirse la actividad diaria en un país moderno sin esos recursos.
Donde el acceso a la información se ve restringido por controles políticos o por limitaciones económicas, el desarrollo se frena. El nivel educativo termina siendo el mejor índice de desarrollo y al mismo tiempo el que produce presión social para cambios que respondan a exigencias de derechos humanos y nivel de vida. Ya no puede existir una sociedad cerrada en sí misma, y la convergencia cultural es un hecho innegable. Puede llevar a la pérdida de peculiaridades locales, incluso de lenguas de poco alcance o incapaces de servir de medio para una educación universitaria. Pero tales pérdidas parecen tolerables en aras de una Humanidad más consciente de su capacidad de progresar para que todo niño tenga las oportunidades que antes sólo gozaban los más privilegiados.
También en lo económico hay cada vez mayor intercambio entre los países, y este es el problema más acuciante dentro de la globalización. Proteccionismos y discriminaciones atentan contra el derecho de los pueblos a un desarrollo que garantice el alimento, salud, educación y libertad de cada individuo. Cincuenta años después de la Declaración de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (1948), muchos países miembros no cumplen el compromiso que han firmado y no respetan la libertad de información, religión, proselitismo, asociación y movimiento de sus ciudadanos. Incluso los paradigmas de la democracia niegan en la práctica comercial lo que afirman solemnemente en sus principios democráticos. Todavía falta mucho para que la convergencia convierta a la Tierra en la única casa de la familia humana, como la vieron los astronautas del "Apolo" durante sus viajes a la Luna.
No soy un experto en Economía ni en Derecho Internacional para entrar en detalles de lo que hay que corregir. Solamente citaré algunos párrafos del libro El Malestar en la Globalización , escrito por Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Economía en el 2001, y Vicepresidente del Banco Mundial.
Hablando de las instituciones que más influyen en el bienestar internacional, FMI (Fondo Monetario Internacional), OMC (Organización Mundial de Comercio), y BM (Banco Mundial) dice el ilustre profesor de la Universidad Columbia (Nueva York):
"El mayor desafío no radica simplemente en las propias entidades sino también en los esquemas mentales: la preocupación por el medio ambiente, el asegurar que los pobres tienen algo que decir en las decisiones que les afectan, la promoción de la democracia y el comercio justo son necesarios para lograr los beneficios potenciales de la globalización. El problema estriba en que las instituciones reflejan las opiniones de aquellos ante los cuales son responsables . El típico gobernador del Banco central empieza su jornada laboral inquieto por las cifras de inflación, no de pobreza, y el Ministro de Comercio se fija más en las exportaciones que en los índices de contaminación" (edición de Taurus, Bogotá 2002, p. 271).
"El ritmo de la integración global es un asunto importante: un proceso más gradual significa que las instituciones y normas tradicionales no serán arrolladas y podrán adaptarse y responder a los nuevos desafíos. Igualmente preocupante es lo que la globalización puede hacer con la democracia. La globalización, tal como ha sido defendida, a menudo parece sustituir las antiguas dictaduras de las elites nacionales por las nuevas dictaduras de las finanzas internacionales" (ibid., p.308).
"Por lo tanto, los países en desarrollo deben asumir la responsabilidad de su propio bienestar. Pueden administrar sus presupuestos de modo que consigan vivir por sus medios, por magra que esta idea resulte, y eliminar las barreras proteccionistas que derraman copiosos beneficios para unos pocos pero fuerzan a los consumidores a pagar precios altos. Pueden imponer estrictas regulaciones para proteger de especuladores foráneos o de los desmanes corporativos locales. Y lo más importante: los países en desarrollo necesitan Estados eficaces, con un poder judicial fuerte e independiente, responsabilidad democrática, apertura y transparencia, y quedar libres de la corrupción que ha asfixiado la eficacia del sector público y el crecimiento del privado" (p. 313).
En un resumen ya con valoraciones éticas, la cubierta final del libro dice:"Somos una comunidad global y para convivir debemos cumplir unas reglas equitativas y justas, que atiendan tanto a los pobres como a los poderosos, y reflejen un sentimiento básico de decencia y justicia social. En el mundo de hoy, dichas reglas deben ser el desenlace de procesos democráticos y deben asegurar que se escuche y responda a los deseos de los afectados por políticas y decisiones adoptadas en lugares distantes".
La convergencia hacia una ética mundial tiene que basarse claramente en la dignidad del Hombre y en la igualdad de todos ante la sociedad. Como dice el Papa en su Encíclica El Esplendor de la Verdad , la sociedad es para el individuo, no el individuo para la sociedad. Ninguna sociedad tiene un destino eterno; cada ser humano, sí. Sólo el Hombre, por su Inteligencia y Voluntad libre es Imagen y Semejanza del Creador . Esta es la base final de nuestros derechos y deberes, que protegen nuestra dignidad y nos permiten llamar a Dios "Padre" y a todos los hombres "hermanos".
ÉTICA PROFESIONAL
Según el concepto ya expuesto de Ética como la valoración de la actividad libre del Hombre según las exigencias de su naturaleza racional, esta manera de juzgar nuestra vida será aplicable en todo momento y en toda circunstancia, aun en el supuesto de un ser humano único y aislado de cualquier entorno social. Ante Dios Creador y ante la propia conciencia hay una responsabilidad que exige conformarse a una "ley" que sirve de regla de conducta apropiada. A ella debe ajustarse el uso de nuestras potencias materiales y espirituales, aunque esa utilización no tuviese repercusiones en la sociedad. Somos responsables de los bienes recibidos, vida, inteligencia, afectividad, capacidad creativa.
En el ámbito social – necesario para el propio desarrollo- nuestra actividad afecta de hecho más o menos directamente a la familia, a los compañeros de trabajo, a la nación y a toda la Humanidad, presente y futura. Desde la producción y distribución de alimentos y proporcionar cobijo y protección, hasta el influjo de la Ciencia, la Tecnología y el Arte, lo que hacemos u omitimos es de consecuencias muy amplias.
En este influjo social encaja la Ética Profesional. Cada uno de nosotros, por elección o necesidad, tiene un trabajo, una profesión, que es –obviamente- un medio de subsistencia porque llena una necesidad más o menos importante y amplia. Sin esta multitud de profesiones apenas podría haber progreso material ni cultural. Desde la caza y pesca más primitiva, la preparación de los útiles adecuados, de vestido y comida, la práctica de la agricultura, la enseñanza, la arquitectura, y tecnología múltiple, hasta la medicina, la jurisprudencia e incluso las artes liberales –como la pintura, la música, la poesía- han sido áreas de dedicación más o menos exclusiva de diversas personas con talento y entrenamiento adecuado para un fin concreto. Esto significa la profesionalidad: la capacidad reconocida de ofrecer un servicio para el bien de quienes no pueden conseguir la satisfacción de una necesidad de cualquier orden por sus propios medios de talento, tiempo o cualidades físicas (propias o de las técnicas a su alcance).
Porque se ofrece un bien, se espera y exige una recompensa proporcionada al esfuerzo requerido para obtenerlo, ya en la actividad misma que se realiza, ya en la preparación previa. Quien trabaja es acreedor con respecto al beneficiario de su trabajo. La idea de remuneración –de salario o compensación final- es de ámbito universal, sea en el reparto del alimento obtenido en la caza, la pesca o agricultura, sea en recibir los medios de subsistencia adecuada por otra labor de orden material, cultural o incluso meramente recreativo (deporte, entretenimientos variados).
Puesto que la profesión busca y ofrece un bien, su primer deber ético es la negación de producir un mal. Como en el juramento Hipocrático –de tanta tradición en la Medicina- el primer deber es "no dañar". Y el daño, en el amplio campo de las diversas profesiones, puede ser físico, psicológico, cultural o económico. Si por negligencia culpable, déficit de formación requerida, engaño interesado, se rompe la relación de confianza implícita entre el cliente y el profesional, la Ética de la profesión se lesiona. Ya en el primer código legal conocido, y antes mencionado, el de Hammurabi, se establecía el castigo (según la inhumana "Ley de Talión") para un constructor de casas cuya obra se derrumba y causa la muerte de un inquilino. Hoy se piden cuentas a responsables de construcciones, aparatos domésticos, a pilotos de aviación o barcos, etc. Quien se presenta oficialmente como capaz de hacer algo bien y pide una remuneración correspondiente, sufre las consecuencias de sus errores o descuidos y de los males que de ellos se siguen.
Más reprobables, obviamente, serán las actividades en que se busca el propio beneficio indebido abusando de la confianza del que solicita la actividad profesional. En casos en que el abuso no es fácil de detectar, es tentador hacerlo, o para evitar trabajo (por ejemplo, no conectando adecuadamente las tuberías en un edificio) o para no ser culpado de algo improcedente, o para mantener una dependencia que continúe produciendo nuevos ingresos (el ejemplo más o menos ficticio del albañil que repara una gotera y rompe otras tejas para que le vuelvan a llamar). Quien maneja dinero ajeno puede fácilmente ocultar o tergiversar compras, préstamos, operaciones bancarias. Ya desde tiempos bíblicos se mencionan influencias sobre jueces y poderes públicos, con algún tipo de soborno económico o de medro social, y su presencia en nuestra sociedad forma un fondo de corrupción que ha retrasado el progreso de pueblos enteros y continúa siendo una lacra de muchos países, como causa de pobreza y de inseguridad pública.
Entrando en ámbitos actuales en que la Ética profesional de hecho peligra, es posible dar como ejemplos -no exhaustivos pero suficientes- cuatro tipos de actividad donde responsabilidades morales y jurídicas deben tenerse en cuenta. Nos fijaremos en los campos de control social (política), económico (comercio e industria), cultural (enseñanza e investigación) y control de la persona (medicina, psicología, biología).
La política tiene, casi universalmente, una connotación negativa, de oportunismo, venalidad, medro personal o de un partido. Se comentan como excepciones admirables los casos de políticos sacrificados, "de manos limpias", que no se aprovechan del poder para llenar cuentas bancarias ocultas en Suiza o para perpetuar una dinastía de familia o imponer un culto a la personalidad de un autoproclamado "bienhechor de la Patria". Se consigue el poder en elecciones democráticas con promesas de honradez, transparencia y eficiencia para el bien de los votantes y del país entero, pero pocas veces se da el cumplimiento cabal de esas promesas. Se ha dicho que "todo poder corrompe, y el Poder Absoluto corrompe absolutamente". ¡Qué contraposición al dicho bíblico, que busca la razón de la misericordia de Dios en su Poder Infinito!.
Y si esto ocurre en regímenes democráticos, es mucho más evidente en todo tipo de dictaduras, que no se sienten obligadas a rendir cuentas ni a buscar el apoyo subsiguiente para una re-elección. En lugar de ver a la política como la dedicación honrada y total al bien común, se la utiliza como medio de satisfacer ambiciones egoístas, en que el propio beneficio –material o de soberbia autosuficiente- es el único criterio y motor de actividad.
Como ideal cristiano, recordemos el propuesto por Cristo con su ejemplo: "Yo no he venido a ser servido, sino a servir" "El que de vosotros sea el primero, que sirva a los demás". El único título oficial del Papa es ser "Siervo de los siervos de Dios".
En el mundo de la economía, desde el trabajo personal de un artesano hasta el control de salarios, de medios de producción, de la Bolsa, de sistemas de mercado, la Ética exige constantemente no anteponer el dinero a la persona. Si la esclavitud fue -durante siglos- la mayor aberración socioeconómica, en forma menos obvia sigue siendo hoy una enorme lacra con la explotación de los débiles, trabajo inhumano de niños, salarios de miseria, competición desleal entre empresas y países. Ya en la Revolución Industrial de hace dos siglos se creó la imagen de un proletariado sin dignidad humana ni horizonte de progreso alcanzable, de donde surgieron el Marxismo-Comunismo por una parte y el Capitalismo brutal por otra, ambos extremos condenados repetidas veces por la Iglesia.
En el nivel profesional de quienes manejan los resortes de la Bolsa, la utilización indebida de conocimiento privilegiado, el engaño y la extorsión más o menos encubierta, son faltas éticas mencionadas repetidamente en los medios de comunicación. Espionaje económico, robo de patentes, engaño publicitario, son otros ejemplos de una "profesionalidad" en que la Ética se puede despreciar con frecuencia.
El mundo del saber tiene también exigencias éticas que no deben olvidarse. Quienes estudian están moralmente obligados a alcanzar el nivel de conocimiento que supone su título académico. Quienes enseñan son responsables de su función de educadores y formadores en el sentido pleno de estas palabras. Desde el pequeño engaño de copiar en un examen hasta el soborno del profesor para tener un aprobado, hay una variedad de posibles faltas éticas que pueden darse aun en el caso de personas famosas, que parecen inmunes a la crítica aunque –por ejemplo- reciban un estipendio por una conferencia anunciada sobre un tema concreto cuando luego no lo desarrollan en modo alguno.
El plagio, el apropiarse del trabajo ajeno –sobre todo de subordinados en un grupo de investigación- el no dar crédito cuando es debido, el retocar o aun inventar datos, son fenómenos que una y otra vez han salido a la luz pública aun en centros famosos. Como extremo ridículo, se ofrecen "doctorados" por correo que supuestas universidades confieren por una cantidad de dinero. Un título que es un engaño si se presenta como prueba de competencia y saber.
Finalmente, las profesiones que tratan en un modo directo a la persona humana tienen una especial necesidad de observar normas éticas que protegen a sus clientes. La medicina –sea orgánica o psicológica- establece una relación de intimidad y confianza en el profesional donde cualquier abuso es intolerable. Desde el secreto –que es algo casi sagrado- hasta el uso de placebos o técnicas poco fiables sin el consentimiento del paciente, la relación médica debe siempre fundarse sobre el respeto a la persona, que nunca es una cosa ni un animal de laboratorio. Tal vez el capítulo más negro en la historia de abusos médicos sea la supuesta experimentación científica en los campos de concentración de los nazis.
Sin llegar a esos extremos, hoy es conocido el influjo de compañías de seguros para limitar el gasto negando tratamientos adecuados, mientras hospitales y clínicas de todo tipo se esfuerzan en extraer todo el beneficio económico de cada paciente, con múltiples referencias y pruebas caras e innecesarias.
Pero es en el campo de la Biología y sus posibles aplicaciones médicas donde la Ética tiene hoy sus mayores desafíos. Técnicas de fecundación in vitro , de clonaciones, trasplantes de órganos, aborto y eutanasia, van directamente –en muchos casos, si no en todos- contra el precepto de Hipócrates, "ante todo no hacer daño" a nadie . No se justifica el hacerlo a un embrión que no puede protestar aunque eso cure a un adulto que es cliente del médico. Ninguna persona humana puede ser sometida a una intervención médica si no es para su propio bien (con un consentimiento informado si es posible), y no como fuente de piezas de repuesto para otro.
Cuanto más el Hombre puede hacer, dominando la naturaleza, su entorno, y aun su propio cuerpo, más necesario es ver la totalidad de la persona, Imagen y semejanza de Dios, que se hizo Hombre en Cristo para darnos la máxima dignidad posible. Sólo el hombre justifica como razón suficiente el hecho de la Creación: somos la cumbre de cuanto existe de orden material y Dios mismo es miembro de nuestra raza.
LA ÉTICA DESDE DIOS
Si la Ley del Decálogo se resumía en amar al prójimo como a uno mismo , todavía el prójimo se entendía comúnmente como el que pertenecía a la misma entidad social y religiosa. No había conciencia universal ni idea clara de derechos de la persona humana como tal. Fue Cristo el que anuló tales límites, insistiendo en la dignidad de todo ser humano, cuyo Padre celestial da sus bienes a justos y pecadores. Ante la aparente generosidad de Pedro, dispuesto tal vez a perdonar hasta siete veces, el Señor exige el perdón siempre, como condición necesaria para que el Padre perdone. Los pobres, los niños, las mujeres: todos los estamentos sociales sin protección adecuada aun en la sociedad teocrática de Israel, son los que Él aprecia y pone como ejemplo para entrar en el Reino, mientras los ricos –considerados obviamente como favoritos de Yahvé por su prosperidad- son presentados como los menos capaces de encontrar la puerta estrecha que lleva a Dios.
"Sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto" : la norma ética más audaz jamás propuesta, completando y haciendo más explícito el mandato de la Ley "Sed Santos, porque yo soy santo" . Nada menos que la perfección divina puede ser modelo de lo que Dios quiere de nosotros: una perfección que no consiste en ritos externos ni en palabras más o menos grandilocuentes, sino en la rectitud del corazón, abierto al que se define como Amor infinito, capaz de dar a su propio Hijo por nuestra salvación.
La Ética cristiana no es un altruismo humanitario que se basa solamente en un sentido de hermandad de especie, como puede haberlo por instinto en cualquier grupo de animales. Menos aún se funda en una búsqueda de mutuo apoyo por razones de egoísmo implícito. Nos sabemos hijos de Dios, hermanos de Cristo, llamados a compartir la felicidad de Dios mismo. Y sabemos que todo ser humano tiene esa dignidad y ese destino, aun aquellos que existieron miles de años antes de la Encarnación y los que nunca oyeron hablar de la Buena Nueva de la venida del Hijo de Dios hecho Hombre: Dios quiere verdaderamente y sin excepción que todos se salven, y a todos da los medios necesarios, aunque no podamos decir cómo lo hace. El Cielo no tiene fronteras ni restricciones de inmigración, y debemos pensar en tantos que hoy nos parecen olvidados de la sociedad moderna como conciudadanos nuestros en esa nueva Tierra y Nuevo Cielo que nos espera a todos.
El código ético cristiano se centra en Cristo: "Lo que hacéis a uno de estos más pequeños, a Mí me lo hacéis" . Y la descripción del juicio donde se definen los que pueden llamarse verdaderos hijos del Padre y los que no han querido serlo, se hace en términos solamente de la actitud hacia los más necesitados: los hambrientos, oprimidos, los que no tienen quien les ayude aun para darles un vaso de agua. En Cristo se da la convergencia perfecta de todo lo humano y divino, y en Él debe encontrarse toda plenitud, de tal manera que el Padre solamente puede reconocer como suyos a quienes se parecen al Hijo en quien tiene todas sus complacencias.
"Tanto amó Dios al mundo que le dio a su único Hijo para salvarlo" . Este es el Amor que explica la Redención y que inspiró a tantos seguidores de Cristo que lo dejaron todo y lo dieron todo, hasta sus vidas, por ayudar a los demás a ser verdaderamente imágenes de Dios, ahora y por siempre. La labor benéfica de la Iglesia , a lo largo de veinte siglos y en todos los lugares del mundo, no tiene comparación en ninguna empresa humana de ayuda desinteresada.
Aun con todas las limitaciones e imperfecciones propias de la flaqueza humana, las vidas de sacrificio de miles y miles de "siervos de los siervos de Dios" permiten llenar muchas páginas de que podemos enorgullecernos en la historia del Cristianismo, mientras su ejemplo nos enseña que imitar a Cristo no es el dar lo mínimo exigido, ni es aceptable esa ética de mínimos que a veces parece ser todo lo que se propone para curar el mundo. El remedio verdadero para tanta pobreza, opresión, abandono y dolor es el imitar al que dio hasta la última gota de su Sangre.